La frase imbécil de la jornada se la debemos a la responsable del Departament de Treball de la Generalitat. La consellera Mar Serna ha proferido que "muchos creen que estar en el paro es como estar de vacaciones" y ha instado a los parados a que hagan cursos para reciclarse.
Sus declaraciones son tan insultantes que cuesta elegir por dónde comenzar a analizarlas. Si quiere que los que yo, como ella dice, estamos de vacaciones nos pongamos a trabajar podría, para empezar, actualizar la página de cursos del Servei Català d'Ocupació porque estamos a 27 de diciembre y no aparece ni un solo curso de cara a enero. O podría preguntarse si mis veinte años de estudios reglados (del parvulario a la universidad), bastantes más de no reglados (que me han proporcionado competencia en cinco idiomas así como conocimientos en materias tan dispares como la cocina y la historia medieval), y no sé cuántos currículos mandados (con el coste en esfuerzo y autoestima consiguiente) se consideran unas vacaciones. Quizá lo que le moleste a la Consellera -una consellera designada, hay que joderse, por un partido teóricamente socialdemócrata- es que algunos parados, ante la perspectiva de cobrar el paro dos años, no renuncien a él para subemplearse o establecerse como autónomos. Un paro que, además de no dar para lujos es un derecho social ganado con sangre, sudor, lágrimas y años de pagos de cotizaciones a la Seguridad Social por parte de los trabajadores.
Nuestros políticos debieran también plantearse el falso mito de progreso que es el autoempleo y la condición de emprendedor. En una situación en la que las empresas pagan cada vez peor y más tarde, ¿quién es el listo que apuesta por echarse al monte?. Llegar a generar cada mes la cuota de autónomos o que ésta te rinda lo suficiente para abandonar la prestación de desempleo es una utopía, tal y como está el patio. Así que sí, señora Serna. Me temo que seguiré como hasta ahora, pagándole a usted su sueldo de alto cargo con mis impuestos, mientras intento averiguar qué va a ser de mí en el futuro. Por lo pronto, le propongo que intercambiemos nuestras situaciones. Así, yo dejaré de vivir a costa del estado, y usted podrá tomarse unas largas, merecidas vacaciones.
domingo, 27 de diciembre de 2009
martes, 22 de diciembre de 2009
Concretando
Me llama mi madre esta mañana:
- Quizá luego me paso por tu casa.
- Pues no sé si tendré que salir o no...
- Mejor te llamo antes. Aunque igual vengo y ya está...
- Pues hasta luego, a lo mejor.
- Quizá luego me paso por tu casa.
- Pues no sé si tendré que salir o no...
- Mejor te llamo antes. Aunque igual vengo y ya está...
- Pues hasta luego, a lo mejor.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Caciquismo, periodismo y derechos de autor
Ziggymutter es periodista freelance desde hace mucho años. Altamente competente, comprometida. Lo mismo escribe sobre amores adolescentes que te hace un reportaje de investigación sobre las mafias de la madera. Un día, Ziggymutter se encuentra con un Fulano, promotor cultural para más señas, que corta el bacalao en determinado tipo de eventos populares que se hacen en Barcelona. Quiere que ella le prepare los contenidos de su web, le redacte publireportajes, le monte un vídeo y un catálogo. Ella acepta, y dedica largas horas a aguantar las neuras de Fulano. El tío la agobia a cada momento con llamadas intempestivas, le cambia las fechas de entrega cuando le apetece, la marea lo que no está escrito contándole su propia vida y milagros. Ziggymutter es una profesional, y le echa toda la carne al asador. Entrega a tiempo, aguanta los caprichos de Fulano. Finalmente, le manda las facturas, y Fulano, que antes no la dejaba en paz ni a sol ni a sombra, desaparece del mapa. Cuando ella consigue contactar por teléfono -llamando a través del número de sus amigas- él la insulta y la amenaza con denunciarla por acoso.
Laotra también es periodista, pero ha trabajado muchos años en una empresa de contenidos culturales. Hace poco la firma redujo plantilla, y a ella le tocó. Su jefe, al que llamaremos Cacique, le ofreció seguir colaborando con ellos como freelance. Tuvo suerte, a otros despedidos les ofreció lo mismo pero a cambio de renunciar a la indemnización. El caso es que Laotra aceptó, en vista de cómo está el patio, y fue entregando religiosamente cuantos encargos se le hacían. Ahora Cacique no paga. No es urgente. Al fin y al cabo Laotra puede ir viviendo de esa indemnización a la que egoístamente no quiso renunciar. Ah, y cuidado con rechistar, que se cierra el grifo de las colaboraciones.
Hoy el Ministerio de Cultura se rasga las vestiduras por los derechos de la propiedad intelectual, pero no se cuestiona cuántos periodistas están trabajando en condiciones peores que las de un cortijo del siglo XIX. Los dos ejemplos que he puesto son de medios pequeños que pagan mal o tarde, pero como éstos los hay de muchos profesionales que trabajan en prensa de todo tipo y tamaño en unos términos absolutamente precarios, tanto en lo que se refiere a los sueldos como a recursos. Porque hay periódicos de alcance nacional que pagan 20€ por cada rueda de prensa que les cubre un becario. A los periodistas no les están quitando el pan los medios digitales, sino empresarios como Fulano o Cacique, que siguen contando con sueldos de aúpa, y cuyo modelo de negocio sólo puede funcionar a base de trampas, fullerías, y de gastarse los presupuestos en dárselas de emprendedores, puliéndoselo en proyectos desquiciados y malgastando en cenas de empresa, cochazos de alquiler y vicios innombrables. No en invertir en calidad, investigación, o simplemente, en que los autores cobren justa y puntualmente.
¿Quién defiende la propiedad intelectual de aquéllos que pueden elaborar contenidos rigurosos y/o amenos para radio, tele o periódicos? ¿Quién es el hipócrita que afirma proteger los derechos de un autor simplemente porque le da las migajas de su negocio a cambio de que escriba para él? Y luego serán los primeros en quejarse de que la gente no quiere pagar por la cultura.
Laotra también es periodista, pero ha trabajado muchos años en una empresa de contenidos culturales. Hace poco la firma redujo plantilla, y a ella le tocó. Su jefe, al que llamaremos Cacique, le ofreció seguir colaborando con ellos como freelance. Tuvo suerte, a otros despedidos les ofreció lo mismo pero a cambio de renunciar a la indemnización. El caso es que Laotra aceptó, en vista de cómo está el patio, y fue entregando religiosamente cuantos encargos se le hacían. Ahora Cacique no paga. No es urgente. Al fin y al cabo Laotra puede ir viviendo de esa indemnización a la que egoístamente no quiso renunciar. Ah, y cuidado con rechistar, que se cierra el grifo de las colaboraciones.
Hoy el Ministerio de Cultura se rasga las vestiduras por los derechos de la propiedad intelectual, pero no se cuestiona cuántos periodistas están trabajando en condiciones peores que las de un cortijo del siglo XIX. Los dos ejemplos que he puesto son de medios pequeños que pagan mal o tarde, pero como éstos los hay de muchos profesionales que trabajan en prensa de todo tipo y tamaño en unos términos absolutamente precarios, tanto en lo que se refiere a los sueldos como a recursos. Porque hay periódicos de alcance nacional que pagan 20€ por cada rueda de prensa que les cubre un becario. A los periodistas no les están quitando el pan los medios digitales, sino empresarios como Fulano o Cacique, que siguen contando con sueldos de aúpa, y cuyo modelo de negocio sólo puede funcionar a base de trampas, fullerías, y de gastarse los presupuestos en dárselas de emprendedores, puliéndoselo en proyectos desquiciados y malgastando en cenas de empresa, cochazos de alquiler y vicios innombrables. No en invertir en calidad, investigación, o simplemente, en que los autores cobren justa y puntualmente.
¿Quién defiende la propiedad intelectual de aquéllos que pueden elaborar contenidos rigurosos y/o amenos para radio, tele o periódicos? ¿Quién es el hipócrita que afirma proteger los derechos de un autor simplemente porque le da las migajas de su negocio a cambio de que escriba para él? Y luego serán los primeros en quejarse de que la gente no quiere pagar por la cultura.
lunes, 30 de noviembre de 2009
Mi gran novela secreta

Todo comenzó cuando se suponía que había encontrado de nuevo trabajo. Una amiga, M., que había sido mi jefa en mis años de la tele, me llamó para decirme que necesitaba una guionista para un programa de ciencia que se iba a hacer en cierto canal temático. ¡Genial! Me compré un montonazo de libros sobre temas que desconocía -yo, que soy de letras puras-, todos ellos con títulos en los que salían palabras como "impostura", "relatividad" o "paradigma". La verdad es que me estaba gustando, pero cuando ya teníamos entrevistado al primer invitado que tenía que venir -un oceanógrafo que dice cosas muy interesantes- el programa se fue a la porra, por un cúmulo de razones nebulosas (que, cuando no se trata de las audiencias, es lo que causa la ruina de los programas de tele). D.O.A., como dicen en las pelis de guerra yanquis. Mi abandono del paro nunca llegó a producirse.
Y en éstas nos plantamos casi en noviembre. No sé qué santo se me apareció, pero recordé que en algún lugar yo había leído que noviembre era (es) el NaNoWriMo, es decir, un presunto National Novel Writing Month. Lo que a la práctica supone que frikis de todo el mundo se juntan a través de internet para escribir, en los treinta días de rigor, una novela cada uno. Y la novela en cuestión debe tener un mínimo de 50.000 palabras (que vendrían a equivaler a unas 120 páginas). Suena a plan desesperado y desquiciado, y lo es. Ni me lo pensé. Cogí la sinopsis de un novelón histórico-gastronómico que me rondaba por la cabeza desde la primavera y me apunté. He escrito las dichosas 50.000 palabraas, un tercio más o menos de la sinopsis. Por motivos que no vienen al caso, por las mañanas tenía otras obligaciones que me impedían largarme de delante del ordenador, lo que me ha llevado a pegarme jornadas de doce horas durante un mes. No sé si estoy orgullosa, descansada o asustada de haber terminado, pero en cualquier caso sé que sólo es un principio. ¿Habrá alguna luz de cordura al final del túnel de la novela? ¿Conseguiré acabarla, ahora que ya se acaba lo del NaNo? Me gusta de mí misma el haber sido capaz de tener la disciplina para hacer algo que nadie me exigía, no haberme censurado, y haber tenido el egoísmo suficiente para creer en ello. Y me disgusta la vergüenza que pasaré cuando revise lo escrito, así como todo el trabajo que me queda por hacer. Espero, mientras, volver a tener tiempo para este blog.
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