jueves, 22 de mayo de 2014

¿Por qué molesta tanto la entrevista imaginaria a Letizia? (5 críticas y 1 tesis)


Ha aparecido esta mañana como una seta atómica en mi timeline de Twitter. La revista 10 minutos lleva en portada una "Entrevista imaginaria" con la princesa Letizia. La revista advierte que utiliza para ello "datos contrastados y testimonios fiables" -cosa que, como el valor en la mili, se nos supone a los periodistas- para recrear lo que podría haber sido una entrevista con la futura reina de España.

"Crisis del periodismo", "la prensa del corazón se lo inventa todo...", "con tantos periodistas en paro...". Son algunas de las reacciones que he leído en Facebook a la historia. Lamentos y rasgar de vestiduras. ¿Pero son verdaderamente merecidas estas jeremiadas, o ponen de relieve en cambio la hipocresía y los marcos mentales en los que se mueve el análisis de los media? Vamos a sospesar los "pecados" en los que incurre Diez Minutos, y algunas de las de las cosas que revelan las críticas (las que se hace, y las que no se hace) al asunto.

Antes de empezar, advierto que trabajé año y medio haciendo sustituciones en otra revista del género. Aunque no se trató de una gran experiencia -si me apuras, ni siquiera fue buena- pude ver también el lado positivo del género. De ello hablaré más adelante.

Crítica Nº1: "Es imaginaria". Sí. Lo dicen de entrada, para no dejar dudas. Diez Minutos ha hecho lo que se conoce vulgarmente como un "refrito", y en lugar de presentarlo en forma de reportaje, lo vende con formato entrevista. Cosa que, por otra parte, tampoco es un invento nuevo. Los adalides del Nuevo Periodismo, allá en los sesenta y setenta, solían construir sus crónicas recreando conversaciones e, incluso en algunos casos, creando personajes compuestos juntando las declaraciones de varios entrevistados, como hizo por ejemplo Michael Kerr en "Despachos de guerra" -el mejor libro de no ficción acaso escrito sobre Vietnam- o, como solía hacer de un modo mucho, muchísimo menos fiable, el añorado Hunter S. Thompson. Pero tal y como cuenta Tom Wolfe en la introducción a la antología "El Nuevo Periodismo", este escape de las formas tradicionales obligaba, en contrapartida, a un trabajo de reporterismo mucho más acerado. Son los "datos contrastados" y "testimonios fiables" de los que alardea el texto. Esto se ha utilizado también en otros contextos: documentales históricos -como el muy aclamado, en Cataluña, "14 d'abril: Macià contra Companys". Ah, pero espera, ¿no querréis decir en realidad que el problema está en que sea prensa del corazón porque la lectora de esta prensa es bobo y no sabe distinguir realidad de ficción? Aun contando que la hipótesis, por muy clasista y sexista que sea, resultase cierta, una vez más la palabra "imaginaria" viene a despejar todas las dudas.

Crítica Nº 2: "Pero Letizia no ha concedido ninguna entrevista". Ni ellos dicen que lo haya hecho. En cualquier caso, si la esposa del heredero a la corona ve vejada su integridad o su honor, tiene en su mano acudir a la ley. Es dudoso que necesite hacerlo, dado que un texto así muy probablemente habrá pasado por controles de los servicios legales de Diez Minutos, que evitaran cualquier demanda. Lo que están haciendo en Diez Minutos es compilar información de diferentes fuentes y agregarla, en un marco ficticio que no pretende ser cierto (recordemos, por ejemplo, que el falso documental de Jordi Évole partía de mimbres ficiticios, cuya condición no revelaba hasta al final).

Crítica Nº3: "Crisis del periodismo". Que la prensa del corazón (y la deportiva) son géneros conservadores, que perpetúan una cierta idea de tribu, la sabe hasta el tato. ¿Qué diferencia a esta entrevista de otros tantos reportajes de la prensa del corazón, para merecer un odio especial?  Y, ¿es tan distinta la prensa del corazón de la prensa seria? Sí lo es en la elección de sus temas, en el hecho de que se pague por algunas de las informaciones, y en que quizás no ha disimulado nunca su sesgo ni su condición de "infotainment", es decir, de información destinada a entretener. Cuando compras una revista del corazón sabes muy bien cuál es su visión del mundo, igual que sabes que La Razón es de derechas o El País es... bueno, ya me entendéis.
Colateralmente, diré que sí es cierto que los medios pierden audiencia aceleradamente. Se los acusa frecuentemente de no buscar formas que los acerquen a los lectores. Pero parece que sólo es prerrogativa de la prensa serie y la televisión buscar nuevos formatos que frenen esta pérdida.

Crítica Nº4: "Se lo inventan todo". No es cierta. Es decir, hay prensa del corazón que se inventa cosas, como lo hace determinada prensa política, científica, cultural, gastronómica o local. Pero la gente que yo conocí eran profesionales como la copa de un pino. Marta, que destapó el romance entre una cantante y un futbolista a base de tesón y horas de investigación; Thaís, que se sabía los intríngulis de la monarquía inglesa mejor que el Gotha, Montse, treinta y cinco años de profesión, que se entretenía en los ratos muertos buscando la urbanización en la que vivía Corinna en Google Maps (antes de que el tema estallara), por puro oficio. No, los temas no serán una maravilla, pero a mí nunca me han reescrito tanto como en esa revista, ni me han prohibido tan tajantemente que utilizara calificativos, o que especulara en lo más mínimo sobre nada. No sé si la prensa del corazón siempre se hace desde el periodismo, pero el periodismo que se hace puede ser tan trabajado como el del resto de medios.

Crítica Nº5: "Con tantos periodistas en paro..." Ay, almas de cántaro. Y supongo que todos ellos quieren y saben cómo trabajar en este género... Por cierto, antes de presuponer que los plumillas del colorín son todos paparazzi descerebrados, recordaros que gente como Maruja Torres o Anna Maria Moix han trabajado en prensa del corazón. A la inversa, no todo el que trabaja perorando en páginas de opinión, cubriendo elecciones o incluso guerras es Woodward o Bernstein.

...y una tesis: Mi tesis, que ya apuntaba antes, es que la reacción suscitada por la portada de Diez Minutos es, ni más ni menos que un ataque de clasismo. Hacia la prensa del corazón, entre el gremio, y hacia sus lectores, en la sociedad, se da un enorme desprecio. Existe un sesgo sociológico y de género que considera que la lectora (porque se percibe que la prensa del corazón sigue teniendo una audiencia claramente femenina) no tiene la cultura necesaria para distinguir realidad de ficción, o que no entiende la prensa y los programas de corazón como puro entretenimiento, al que, si estima necesario, complementará con otros medios. Ni siquiera la prensa deportiva tiene tan mala fama.
Nos metemos con la prensa del corazón porque podemos, porque es un objetivo fácil, porque su visión edulcorada o antiintelectual de la realidad es claramente tramposa y porque, en suma, su lector es el lumpenproletariado de las audiencias, al que se considera demasiado idiota para preguntar y demasiado pobre para influir con su dinero. Mientras, no cuestionamos visiones más capciosas que se nos ofrecen con mayor disimulo. Y así nos va.

1 comentario:

Patch dijo...

Estoy contigo en que uno de los errores de esa portada ha sido lo de titularlo "entrevista imaginaria". Si hubieran titulado algo así como "Letizia: la década prodigiosa" que habría sido lo fácil, aquí paz y después gloria.

También me inquieta un poco la excusatio non petita de decir que son hechos contrastados como si, como dices, el resto de la revista no lo fuera. Pero no estoy de acuerdo en que la prensa rosa se lleve más críticas que el Marca en verano por ejemplo.

Yo creo que la crítica a la entrevista habla más del concepto de la gente sobre los periodistas que hacen el 10 minutos que sobre el público que lo lee o lo compra. Al final el periodista es el responsable de ofrecer un producto honesto (no creo en la objetividad) y bien trabajado. Para mí habría sido mejor trabajo un reportaje que una entrevista imaginaria, desde luego.