domingo, 27 de diciembre de 2009

Vacaciones, según ella

La frase imbécil de la jornada se la debemos a la responsable del Departament de Treball de la Generalitat. La consellera Mar Serna ha proferido que "muchos creen que estar en el paro es como estar de vacaciones" y ha instado a los parados a que hagan cursos para reciclarse.

Sus declaraciones son tan insultantes que cuesta elegir por dónde comenzar a analizarlas. Si quiere que los que yo, como ella dice, estamos de vacaciones nos pongamos a trabajar podría, para empezar, actualizar la página de cursos del Servei Català d'Ocupació porque estamos a 27 de diciembre y no aparece ni un solo curso de cara a enero. O podría preguntarse si mis veinte años de estudios reglados (del parvulario a la universidad), bastantes más de no reglados (que me han proporcionado competencia en cinco idiomas así como conocimientos en materias tan dispares como la cocina y la historia medieval),  y no sé cuántos currículos mandados (con el coste en esfuerzo y autoestima consiguiente) se consideran unas vacaciones. Quizá lo que le moleste a la Consellera -una consellera designada, hay que joderse, por un partido teóricamente socialdemócrata- es que algunos parados, ante la perspectiva de cobrar el paro dos años, no renuncien a él para subemplearse o establecerse como autónomos.  Un paro que, además de no dar para lujos es un derecho social ganado con sangre, sudor, lágrimas y años de pagos de cotizaciones a la Seguridad Social por parte de los trabajadores.

Nuestros políticos debieran también plantearse el falso mito de progreso que es el autoempleo y la condición de emprendedor. En una situación en la que las empresas pagan cada vez peor y más tarde, ¿quién es el listo que apuesta por echarse al monte?. Llegar a generar cada mes la cuota de autónomos o que ésta te rinda lo suficiente para abandonar la prestación de desempleo es una utopía, tal y como está el patio. Así que sí, señora Serna. Me temo que seguiré como hasta ahora, pagándole a usted su sueldo de alto cargo con mis impuestos, mientras intento averiguar qué va a ser de mí en el futuro. Por lo pronto, le propongo que intercambiemos nuestras situaciones. Así, yo dejaré de vivir a costa del estado, y usted podrá tomarse unas largas, merecidas vacaciones.

martes, 22 de diciembre de 2009

Concretando

Me llama mi madre esta mañana:

- Quizá luego me paso por tu casa.

- Pues no sé si tendré que salir o no...

- Mejor te llamo antes. Aunque igual vengo y ya está...

- Pues hasta luego, a lo mejor.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Caciquismo, periodismo y derechos de autor

Ziggymutter es periodista freelance desde hace mucho años. Altamente competente, comprometida. Lo mismo escribe sobre amores adolescentes que te hace un reportaje de investigación sobre las mafias de la madera. Un día, Ziggymutter se encuentra con un Fulano, promotor cultural para más señas, que corta el bacalao en determinado tipo de eventos populares que se hacen en Barcelona. Quiere que ella le prepare los contenidos de su web, le redacte publireportajes, le monte un vídeo y un catálogo. Ella acepta, y dedica largas horas a aguantar las neuras de Fulano. El tío la agobia a cada momento con llamadas intempestivas, le cambia las fechas de entrega cuando le apetece, la marea lo que no está escrito contándole su propia vida y milagros. Ziggymutter es una profesional, y le echa toda la carne al asador. Entrega a tiempo, aguanta los caprichos de Fulano. Finalmente, le manda las facturas, y Fulano, que antes no la dejaba en paz ni a sol ni a sombra, desaparece del mapa. Cuando ella consigue contactar por teléfono -llamando a través del número de sus amigas- él la insulta y la amenaza con denunciarla por acoso.

Laotra también es periodista, pero ha trabajado muchos años en una empresa de contenidos culturales. Hace poco la firma redujo plantilla, y a ella le tocó. Su jefe, al que llamaremos Cacique, le ofreció seguir colaborando con ellos como freelance. Tuvo suerte, a otros despedidos les ofreció lo mismo pero a cambio de renunciar a la indemnización. El caso es que Laotra aceptó, en vista de cómo está el patio, y fue entregando religiosamente cuantos encargos se le hacían. Ahora Cacique no paga. No es urgente. Al fin y al cabo Laotra puede ir viviendo de esa indemnización a la que egoístamente no quiso renunciar. Ah, y cuidado con rechistar, que se cierra el grifo de las colaboraciones.

Hoy el Ministerio de Cultura se rasga las vestiduras por los derechos de la propiedad intelectual, pero no se cuestiona cuántos periodistas están trabajando en condiciones peores que las de un cortijo del siglo XIX. Los dos ejemplos que he puesto son de medios pequeños que pagan mal o tarde, pero como éstos los hay de muchos profesionales que trabajan en prensa de todo tipo y tamaño en unos términos absolutamente precarios, tanto en lo que se refiere a los sueldos como a recursos. Porque hay periódicos de alcance nacional que pagan 20€ por cada rueda de prensa que les cubre un becario. A los periodistas no les están quitando el pan los medios digitales, sino empresarios como Fulano o Cacique, que siguen contando con sueldos de aúpa, y cuyo modelo de negocio sólo puede funcionar a base de trampas, fullerías, y de gastarse los presupuestos en dárselas de emprendedores, puliéndoselo en proyectos desquiciados y malgastando en cenas de empresa, cochazos de alquiler y vicios innombrables. No en invertir en calidad, investigación, o simplemente, en que los autores cobren justa y puntualmente.

¿Quién defiende la propiedad intelectual de aquéllos que pueden elaborar contenidos rigurosos y/o amenos para radio, tele o periódicos? ¿Quién es el hipócrita que afirma proteger los derechos de un autor simplemente porque le da las migajas de su negocio a cambio de que escriba para él? Y luego serán los primeros en quejarse de que la gente no quiere pagar por la cultura.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Mi gran novela secreta

Nadie en su sano juicio podría explicarse por qué, estando en paro, llevo dos meses sin tocar este blog. Pero tiene una explicación, y como bloguera vuestra que soy, os la voy a dar.

Todo comenzó cuando se suponía que había encontrado de nuevo trabajo. Una amiga, M., que había sido mi jefa en mis años de la tele, me llamó para decirme que necesitaba una guionista para un programa de ciencia que se iba a hacer en cierto canal temático. ¡Genial! Me compré un montonazo de libros sobre temas que desconocía -yo, que soy de letras puras-, todos ellos con títulos en los que salían palabras como "impostura", "relatividad" o "paradigma". La verdad es que me estaba gustando, pero cuando ya teníamos entrevistado al primer invitado que tenía que venir -un oceanógrafo que dice cosas muy interesantes- el programa se fue a la porra, por un cúmulo de razones nebulosas (que, cuando no se trata de las audiencias, es lo que causa la ruina de los programas de tele). D.O.A., como dicen en las pelis de guerra yanquis. Mi abandono del paro nunca llegó a producirse.

Y en éstas nos plantamos casi en noviembre. No sé qué santo se me apareció, pero recordé que en algún lugar yo había leído que noviembre era (es) el NaNoWriMo, es decir, un presunto National Novel Writing Month. Lo que a la práctica supone que frikis de todo el mundo se juntan a través de internet para escribir, en los treinta días de rigor, una novela cada uno. Y la novela en cuestión debe tener un mínimo de 50.000 palabras (que vendrían a equivaler a unas 120 páginas). Suena a plan desesperado y desquiciado, y lo es. Ni me lo pensé. Cogí la sinopsis de un novelón histórico-gastronómico que me rondaba por la cabeza desde la primavera y me apunté. He escrito las dichosas 50.000 palabraas, un tercio más o menos de la sinopsis. Por motivos que no vienen al caso, por las mañanas tenía otras obligaciones que me impedían largarme de delante del ordenador, lo que me ha llevado a pegarme jornadas de doce horas durante un mes. No sé si estoy orgullosa, descansada o asustada de haber terminado, pero en cualquier caso sé que sólo es un principio. ¿Habrá alguna luz de cordura al final del túnel de la novela? ¿Conseguiré acabarla, ahora que ya se acaba lo del NaNo? Me gusta de mí misma el haber sido capaz de tener la disciplina para hacer algo que nadie me exigía, no haberme censurado, y haber tenido el egoísmo suficiente para creer en ello. Y me disgusta la vergüenza que pasaré cuando revise lo escrito, así como todo el trabajo que me queda por hacer. Espero, mientras, volver a tener tiempo para este blog.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Black is beatiful

Lo ha dicho Silvia Grijalba y no le falta razón. En su artículo Yo también he sido gótica y gorda (y adolescente) expone una verdad como un pino, a saber, que es que las hijas de Zapatero, oh conmoción, no son muñecas Barbie de tardes en Joy Eslava (¿existe aún Joy Eslava, pregunto desde el País Hermano?) y boda en El Escorial, sino crías de verdad.

Porque sí, amigos, yo también he sido gótica y gorda y adolescente, aunque no espacios de tiempo coincidentes, ya que a mí lo del gotiquerío me llegó tarde, entrada en la veintena y se me pasó en cuanto se murió mi padre y me di cuenta que la muerte tiene poco de poético y mucho de mierda. El caso es que esta mañana, como todo el país, me he desayunado con las foticos de la visita a los Obama. Y he pensado que si yo hubiera intentado hacer algo semejante -no sé me ocurre el qué, ¿visitar a mis tíos? ¿presentarme así en un festival del cole?- las presiones que mi entorno hubiera ejercido para que capitulara y adoptara un atuendo más ad hoc hubieran sido de aúpa. Y eso que en mi casa no había asesores de imagen ni jefes de protocolo. Pero ellas han dicho no, yo me visto así y eso es lo que hay.

No sé ni qué edades tienen estas chicas, pero por sus tamaños deduzco que están en la época chunga-chunga de los años escolares. Aquella en que mientras tú te quieres leer tus novelas de ciencia ficción y tus mangas, jugar a tus juegos de rol, escribir tu poesía y escuchar a los Joy Division, las zorroides barbiguapas se reirán de ti porque tú te empeñas en no hacer faltas de ortografía, no saltas el plinto y te interesa más Jane Austen que los Jonas Brothers. Y se quedarán con el acnéico por el que suspires en ese momento. Aún no sabes que dentro de diez, quince años, su ortografía no habrá mejorado y sus aspiraciones vitales seguirán más o menos igual, hijo aquí, hipoteca allá.

Y puede que las tuyas tampoco hayan variado, pero tú, al menos, aunque ahora vistas de colorines, podrás mirar atrás y decir que tu padre te llevó a la Casa Blanca a pesar del pintón que gastabas entonces. Yo no sé si a estas niñas hoy les han fastidiado el día con todos los comentarios crueles que corrían por internet, y la vida entera al perderse su privacidad. Sólo digo que espero que las cosas les vayan bien, que ahora sé, y ojalá hubiera sabido entonces, que la adolescencia por suerte sólo se pasa una vez, y que es demasiado corta para ir haciendo concesiones. Sobran oportunidades durante el resto de la vida.

viernes, 18 de septiembre de 2009

A la que salta

Desde que perdí el trabajo amigos y conocidos se han volcado en ayudarme a encontrar uno nuevo, y están repartiendo mi currículum por todas partes con un afán encomiable. El otro día, una amiga me ofreció mandarlo a un grupo de mujeres emprendedoras del que forma parte, y una de ellas no tardó ni cinco minutos en responderme. Su mensaje fue éste, que os transcribo convenientemente editado y redactado para evitarme marrones legales (en rojo, podéis leer mis comentarios):

Hola MariCalpi,

Soy socia-asesora de XXXXXX, un proyecto desde el que ofrecemos acompañamiento en el Desarrollo Profesional, apoyando la gestión de carrera y búsqueda de nuevas opciones de futuro. (¿"Desarrollo Profesional"? ¿Y esas mayúsculas arbitrarias? Mi plantilla del blog también las pone y las DE-TES-TO)

Estamos especialmente orientados a ejecutivos y directivos (Tú no te has mirado mi currículum, ¿verdad? Soy periodista de a pie, y no he tenido nunca en la vida un cargo directivo.), a los que nuestro Programa de Transición Profesional facilita la definición del Objetivo Profesional (de eso ya gasto: encontrar trabajo otra vez), a través de una metodología específica. De este modo, conseguimos el máximo encaje, no sólo con la experiencia anterior, sino también con las motivaciones y las competencias del usuario (pero ¿me encontraréis un empleo, o no? Nótese además que hay un error de concordancia como la copa de un pino: ¿entre qué o quién es el encaje?).

Tras un proceso inicial de Reflexión (lo que yo conozco como "paro", sin mayúsculas), concretamos el Perfil Objetivo (vamos, el maldito currículum) y definimos la estrategia de comunicación adecuada para alcanzarlo. Ofrecemos también apoyo para la campaña de búsqueda -networking (ah, la típica palabreja en inglés que parece que impresiona pero que sólo significa "contactos". Conozco a un porrón de gente de la profesión y solemos quedar para tomar copas y quejarnos de lo mal que está el patio.), comunicación (de eso sé algo: llevo quince años trabajando en el tema, como sabrías tú también si hubieras leído el, repite conmigo, CURRÍCULUM) y entrevistas-, a través de nuestra amplia red de contactos con especial incidencia en el ámbito geográfico de XXXXXX.

Nuestra primera sesión es gratuita y sin ningún tipo de compromiso, anímate a visitarnos y tener una entrevista conmigo. ¡Espero su llamada! (¡Claaaaro, el viejo método del marketing del camello!: la primera dosis es gratis. Segundo error de concordancia, primero me tutea en "anímate" y luego pasa al usted con "su llamada").

Al final está el típico "disclaimer" de que el mensaje es ultramegasúperconfidencial y que se autodestruirá en cinco minutos causándome dolor y picores en las partes pudendas si lo divulgo, algo que en el caso de un spam me parece que es de un morro considerable y vagamente ilegal.

Dicho lo cual, entiendo que cada cual se gana el pan como puede y que la señora que me mandó la carta tiene como obligación estar a la que salta con los posibles clientes. Y probablemente su servicio sea una buena idea para personas que llevan mil años en la misma empresa y que jamás han tenido una entrevista de trabajo ni se han redactado, ejem, ejem, un currículum en condiciones. Mirando la web de la compañía aparecen varios casos de éxito y no tengo por qué dudar de su veracidad. Lo que me molesta sobremanera son dos cosas:

a) que alguien que figura que te enseña a "venderte" no sepa que la primera lección es personalizar tu oferta a tu objetivo. Jamás de los jamases hay que mandar una carta modelo, sino que debes adaptarla a las características concretas del caso...

b) que mirando la carta y la web quede claro que en muchos casos impulsan a sus clientes a establecerse como freelances o emprendedores. Una opción que, en periodismo, uno nace sabiendo que acabará por tomar en algún momento de su carrera profesional, más que nada porque ese mercado laboral que afirman conocer tanto lleva inexorablemente a ello por culpa del cierre de medios, la revolución digital, la maldita crisis...

En fin, que seguiré buscando. Por mi cuenta.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Mujeres como mi madre

Anuncio de Línea directa (poco más o menos): "Meter a una abuela con falda en un coche se convierte en una especie de Tetris".

Anuncio de Gas natural: "Mamá (dirigiéndose a una señora mayor como si fuera idiota) no hace falta que ventiles la casa todo el día, se pierde calor".

Ayer mi madre cumplió 75 años. Y hoy, como cada día, me sigue sorprendiendo el odio que gastan los publicistas con las mujeres mayores. Podríamos pensar en motivos sociológicos: Las ancianas no son exactamente el consumidor más pastoso del universo, y en muchos hogares no toman las decisiones de compra y consumo. Pero a mí me huele a machismo y autocomplacencia.

Que a estas alturas sea un tropo común en los anuncios que una suegra se caracterice por meterse en la vida del yerno, que la abuela sea una desinformada o que, directamente, no aparezcan si no es en los anuncios de crema antiarrugas -en versión Jane Fonda, estrictamente- quizá no sea motivo de sorpresa. Cada empresa es libre de vender sus productos como mejor les parezca y a enfocar su márketing al consumidor que les parezca más oportuno. Dicho lo cual, yo también soy libre de gastarme el dinero donde me plazca, y a partir de ahora declaro mi objección monetaria a las empresas palurdas que piensan que conseguirán mi complicidad denostando a un colectivo que ha levantado este país.

Mi madre cumplió ayer 75 años. Es de la misma semana que Sofia Loren y Brigitte Bardot. De jovenzuela, gastaba un aire a la italiana, y hoy tiene una piel y un sentido del humor, una mirada de inteligencia, que espero alcanzar algún día. Ha criado a cuatro hijos y varios nietos. Se metió a empresaria con más de cincuenta años. Ha conseguido, con su esfuerzo y su trabajo, tirando de carros y carretas y sin que nadie le regalara nada, crearse una cultura y una vida confortable. Con un marido que era fundamentalmente un hombre bueno, pero con el que a veces, como solía pasar con los hombres buenos de su época, también tocaba lidiar. Y sin perder el carácter, la bondad ni el sentido común. Y todo esto cuando las cartas que le dieron al nacer no eran ni mucho menos de repoker. Como ella, tantas otras mujeres mayores, ésas que la publicidad menosprecia o ignora, han luchado para que sus descendientes tengamos una mano mejor. Qué menos que exigir que se las respete.

martes, 15 de septiembre de 2009

Loca por los locos

Sospecho que a los que os bajáis series en plan hardcore (hardcore la bajada; no las series), este post os parecerá totalmente pasado de moda e irrelevante, pero si tengo un blog es para explayarme sobre cosas que me interesan. Si escribes sobre lo que NO te interesa se llama "periodismo".

Cuando trabajaba -es decir, hace apenas una semana- nunca quise engancharme a tantas y tantas series de moda para no quedarme hasta las quinientas pendiente de descargar el capítulo más reciente (mi conexión a internet merece un post aparte).

La verdad es que me abrumaban algunos compañeros de trabajo que se pulían los capítulos de Deadwood, The Wire, Little Britain, My name is Earl, Weeds o lo que fuera con la misma facilidad con la que yo me casco los gin tonics. Siempre había una serie nueva. Y sí, con algunas (Lost, El Ala Oeste) caí de bruces. Con otras (Los Soprano, A dos metros bajo tierra) tuve escarceos, abortados por la falta de continuidad de mis "dealers" de capítulos. Y en algún que otro caso (Heroes) me llevé un desengaño de proporciones exísticas, al llegar al final de la temporada y darme cuenta de que había estado haciendo el tonto durante trece capítulos, trece horas de mi vida que ya no iban a volver nunca.

Pero.... siempre hay un "pero". Resulta que al ladito de mi casa está el videoclús más maravilloso de las galaxias conocidas (y en particular de Barcelona). Y que tienen un montón de series. Y que la semana pasada, coincidiendo con mi salto al abismo INEM, les trajeron la segunda temporada de Mad men. Y que yo quería ver esta serie hace un montón. Y que soy una friki de cierta cultura yanqui (yo juro sobre el New Yorker, y no sobre el Corán). Y que me habían dicho que no era nada políticamente correcta.

Dicho y hecho. He arrasado. Para los que no sepan nada al respecto: Está ambientada en una ficticia agencia de publicidad de Manhattan, Sterling Cooper, a principios de los años sesenta.Los ejecutivos son un montón de tíos de clase media puteros, y con frustradas aspiraciones artísticas (literarias, mayormente) que vuelcan en su trabajo. Luego está el resto del mundo: las mujeres, los negros, los judíos, los niños... El universo desde la perspectiva macho alfa, pero con dinero y algo de cultura. Sacad a los personajes de John Cheever de sus salones, sus trenes de enlace y sus piscinas, y sabréis a qué me refiero.

El prota de este sarao es Don Draper, macho dominante entre los machos dominantes, creativo de gran empatía y marido de muchos secretos, además de guapetón rematado (es política de este blog glosar el físico de los señores guapos cuando la autora lo considere conveniente). El bueno de Don parece que lo tiene todo: una mujer que se parece a Grace Kelly, dos niños sacados de un dibujo de Norman Rockwell, un trabajo bien pagado, una amante beatnik. Pero no tiene identidad. O no la que él dice.

A su alrededor orbita una pléyade de personajes vivos y tridimensionales, a menudo odiosos o desconcertantes. Está Peggy, la inteligente pero ingenua secretaria de Draper, que aspira a mucho más que teclear en una máquina de escribir eléctrica y a veces parece conformarse con mucho menos. Está Joan Holloway, la estilosa jefa de secretarias resignada a su papel de sexywoman. Está Roger Sterling, el dueño de la agencia, un Don Draper más viejo y menos torturado. Está Paul, un niño pijo que quiere ascender, y que no entiende por qué no cae bien a nadie. Y muchos otros personajes, que pueblan este entorno algo opresivo, ya a punto de entrar en la era Kennedy, recreada hasta el detalle más ínfimo. Mi madre y mis tías siempre han dicho que algunas películas valen la pena por la ambientación (normalmente se refieren a productos tipo James Ivory) y éste podría ser un buen ejemplo.

Sin embargo, Mad men no es sólo su magnífica, deslumbrante recreación. Es también una serie en la que a veces parece que no pase nada, en la que los personajes viven unas soledades desoladoras, aunque nunca o casi nunca los vemos sin compañía. El hombre como lobo para el hombre. Don Draper es un chungo, pero es un chungo producto de su época, con su cosas buenas y sus debilidades. Su trabajo, de un sofismo exquisito, consiste en reducir las emociones a eslóganes que convenzan. Su vida es como la nuestra, una lucha entre el conformismo y el deseo de algo más, de ese algo más que se intuye que hay (o que había y has dejado pasar) cuando los días de tu juventud se van tornando en los de la mediana edad. Desde la pantalla nos interpela como parafraseando a Baudelaire- Hipócrita espectador -mi prójimo- mi hermano.

viernes, 11 de septiembre de 2009

De camino al INEM me encontré un blog

Desmintámoslo desde el principio para que luego no haya quejas: Servidora no es una pin-up, pero sí una ávida lectora. Y me acabo de quedar en paro, con lo que ahora mismo necesito reinventarme. Primer paso, crear un blog. Ya tengo uno, de gastronomía y en lo que mi amiga Be llama Lengua de Mordor pero yo conozco como catalán. Y un par más, abandonados, sobre temas varios. Pero nunca hasta hoy había blogueado en mesetario, y no sé por qué, pese a que mi familia es totalmente bilingüe. En vista de que se avecinan largas y plácidas horas de asueto, me dedicaré pues a otro de mis vicios, el de la escritura, y espero contaros desde estas páginas lo que veo, pienso, leo, y siento. O sea, otro blog personal. ¿Era necesario? No. ¿Es inevitable? Sí.
Abróchense los cinturones.